El barco llegó con una hora de retraso
y llegamos a Civitavecchia a las siete de la tarde, no nos queda
mucho de sol para encontrar un sitio para dormir, y salimos lo más
rápido posible del puerto pero nada más salir, aich! Atasco del
copón, gran caravana que nos comemos, nos armamos de paciencia y
salimos como podemos dirección al sur, dormiremos lo más cerca que
podamos de Nápoles pero la noche se nos echa encima.
Os parecerá increíble pero estuvimos
casi dos horas buscando camping, y todos nos decían que en un
kilómetro y medio había uno, no puede ser, casi nos vuelven locos,
¿qué extraña estrategía para volvernos locos es esa? Más de siete u ocho veces nos paramos
a preguntar y siempre era “dentro de ná, en un kilómetro o así
lo veis a la derecha” imposible, “Manuel, ¿nos estamos volviendo
más imbéciles? o ésta gente nos está volviendo locos...” Por
fin encontramos uno, por fin! Y justo cuando vamos a entrar,
escuchamos unos pitos de un coche, eran una pareja a la que acabamos
de preguntar que nos dicen que lo siguiéramos que nos van a llegar a
otro mejor. Manuel por el intercomunicador no paraba de reírse y Javi aún
no se lo creía, “Manuel: ¿quieren decir que después de dos horas
buscando, por fin encontramos uno y que nos cambian a otro?” pues
así fué, menos mal que nos llevaron muy amablemente hasta la misma
puerta del segundo camping, y nos explicaron que dicho camping era
mejor, ahora quedaba la segunda parte, montar la tienda a oscuras.